Aunque a muchos hombres les genere cierta “molestia” hablar del Pegging, (del inglés “peg”, clavar) no podemos negar que cada vez son más los valientes que se animan a realizar esta práctica sexual.
Primero, aclaremos que quienes lo practican son hombres heterosexuales, quienes se excitan y logran orgasmos al ser penetrados por su pareja femenina.
La penetración puede ser con un dedo o con un consolador (encastrado en un arnés). La mujer puede optar por un consolador que además, la penetra a ella.
La clave del éxito está en la estimulación de la próstata, o punto P. Su potencial para proporcionar placer es tan grande que una simple caricia externa sobre la zona provoca sensaciones maravillosas, siempre y cuando el hombre se quite de encima todos los prejuicios del tema, en particular el creer que tienen tendencias homosexuales por realizar esta práctica.
Las principales dudas que surgen son: ¿va a doler? ¿si me gusta mucho es porque soy gay? ¿me animaré a contarle a alguien?
No, no duele si trabajan bien la zona previamente
No, el ano es otra zona erógena del cuerpo humano para ser explorada y disfrutada, no sólo para gays.
Lo más seguro que no se lo cuenten a nadie, al menos inicialmente, hasta que encuentre el amigo o grupo de referencia con quien pueda compartir su experiencia sin ningún tapujo.
Derribando muros
Lo interesante de este tema, es cómo van cayendo otros prejuicios, como el del típico macho dominante que lleva a cabo toda la tarea sexual en la pareja.
En esta práctica, es la mujer quien controla y marca el ritmo, el hombre se relaja y es interesante ver cómo estos nuevos juegos de roles ambos pueden comandar la situación, sin que esto signifique menos masculinidad en él.
La mujer por su parte se activa, abandona su postura clásica de pasividad para recibir placer y abre la puerta a nuevas sensaciones, que de seguro son gratificantes para los dos.
Para llevar a la práctica el pegging, deben tener en cuenta:
- La mujer debe elegir un arnés que le resulte cómodo y que quede bien ajustado a su cuerpo.
- El juguete puede ser inicialmente de tamaño pequeño y ligeramente curvo para que alcance fácilmente la próstata.
- Lubricar la zona es clave. No sean tímidos al momento de aplicar el lubricante, ideal si realizan un poco de estimulación manual previa.
- La primera vez que sea con mucha paciencia y dedicación. No sólo son físicas las barreras a derribar.
Fuente:
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